Un autobús urbano es más que un medio de trasporte. Es un lugar de encuentro; un medio de comunicación.
A menudo la gente sube y baja sin prestar atención al resto de usuarios. Así se escapan las historias que el urbano nos deja.
Uno de los grandes misterios de los autobuses urbanos, es por qué diablos algunos ocupan los asientos exteriores sin permitir a los demás ciudadanos sentarse en el asiento que está libre, justo a su lado pero en la parte de la ventanilla.
Pero no es el único misterio. Otro de ellos es qué impulsa a un desconocido a sentarse a tu lado cuando el resto del autobús va vacío. Son a menudo gente mayor o de mediana edad. ¿Tan solos están que les alivia la compañía o la ficción de la compañía de un desconocido en el asiento de al lado del autobús?
Todos tenemos historias del autobús que contar. De algunas de ellas me gustaría hablar en los próximos días.
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