lunes, 27 de febrero de 2012

Fiebre del viernes noche

Parafraseando la setentera y conocida película que le diera fama atemporal al que entonces pensábamos inolvidable J. Travolta, algo parecido a una fiebre fotográfica fue lo que sufrimos los amigos que nos reunimos el viernes pasado para desempolvar nuestros equipos fotográficos y lanzarnos a la caza nocturna de instantáneas.

Después de una incorrecta cena llena de risas, que por supuesto también fue inmortalizada con nuestros objetivos, salimos al mundo exterior para continuar disfrutando del placer de hacer fotos a diestro y siniestro. Ya saben: al suelo, a las plantas y a las piedras que encontramos…

Así que regresé a casa con varios cientos de megabytes fotográficos más para sumar a mi album bajo la etiqueta de “varios”.

Como suele decirse: “para muestra un botón”. Aquí les dejo alguna imágenes nocturnas del centro de Elche.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Parque Jurásico

Casi siete años antes de que el mundo oyese hablar de la oveja Dolly, Michael Crichton publicó Parque Jurásico en 1990. Logró el sello de “mejor ventas” y el éxito obtenido le permitió recrear una segunda parte con el título El Mundo Perdido (1995).

Cómo bien sabrán las novelas fueron llevadas al cine no en dos, sino en tres ocasiones (S. Spielberg 1993 y 1997, 1ª y 2ª parte; y por Joe Johnston una 3ª parte en 2001). Por si no era suficiente parece que se prepara una cuarta entrega que posiblemente llegue a las pantallas durante mismo año, de nuevo a cargo de Spielberg, creador de la franquicia, y por supuesto artífice de todo el merchandising asociado.

Parque Jurásico es el tercer libro de Crichton que leo y en él se repiten elementos que ya había encontrado en los otros dos, aunque los escribió antes (La amenaza de Andrómeda, 1969), y después que éste (Estado de miedo, 2004). En estas tres novelas observo una exhibición de sus conocimientos como médico (en todos ellos hay referencias a venenos e información diversa sobre biología y genética), y una crítica al ecologismo infundado, leitmotiv de su bibliografía y -por fin- tema exclusivo de su obra Estado de miedo.

Parque Jurásico no me ha gustado. No tenía un recuerdo especial de la película y el libro no ha mejorado mi percepción del relato que se plantea. Me lo recomendaron como una muy buena novela, y entiendo que fue porque no habían leído La amenaza de Andrómeda.

Sin embargo reconozco que la obra está muy bien construida, presentado una situación extravagante (¿en serio: dinosaurios?) y que se resuelve atando casi todos los cabos sueltos presentados. Igualmente la actuación de los personajes es correcta, aunque la presencia de los niños me resulta forzada, especialmente al final del relato cuando se convierten en los salvadores de los torpes adultos...

Por otra parte aunque el propio Crichton participó en el guión cinematográfico de la primera parte, las diferencias con la película son notables.

Parque Jurásico nos presenta un parque de atracciones donde los protagonistas son los dinosaurios creados genéticamente a partir de su ADN recuperado. Tan excéntrica idea parte del millonario John Hammond. La instalación del parque en una isla de Costa Rica y los movimientos de maquinaria (superordenadores, grandes equipos generadores de electricidad, etc.) alertan a los servicios de seguridad estadounidenses y le piden ayuda a uno de los doctores que Hammond subvenciona para que verifique qué está ocurriendo realmente en la isla. Esa solicitud y la aparición de los restos de una extraña criatura coinciden con la invitación de Hammond a un grupo de expertos para que se trasladen a Costa Rica a supervisar el proyecto que allí se está gestando. Entre otros acuden: el doctor paleontólogo Alan Grant y su ayudante, la paleobotánica Ellie Sattler; el matemático, especialista en la teoría del caos, Ian Malcolm; y un abogado de su grupo de inversores, Donald Gennaro. Además Hammond invita también a sus nietos, Timothy Murphy (Tim), niño listillo apasionado por los dinosaurios y ordenadores, y su hermana pequeña Alexis Murphy (Lex), elemento de distracción y desesperación para el lector.

Por si la presencia de criaturas prehistóricas no era suficiente para hilvanar el relato, son elementos principales en la trama: la codicia e ineptitud humana (representada por el ingeniero de sistemas Dennis Nedry y en cierta medida por el abogado D. Gennaro), la soberbia e ingenuidad (el genetista jefe Wu que actúa al amparo de la ciencia, y el propio Hammond, que lo hace desde su posición económica), y la inescrutable mano de Dios en forma del impredecible clima: una tormenta tropical. A estos elementos nefastos se contraponen: el valor del jefe de seguridad y de la doctora, Robert Muldoon y Ellie; la inteligencia, cordura, integridad y serenidad: el doctor Grant y Malcolm; y por supuesto, la inocencia y la bondad: los niños.

Por último, debo elogiar y es de agradecer que Michael Crichton incluía en sus obras un apéndice con notas e incluso bibliografía, indicando de dónde tomó las principales ideas que defienden los diferentes protagonistas, terminando con una exención de responsabilidad por parte de ellos en el relato final y asumiendo la que le corresponde como autor de una obra de ficción.

sábado, 18 de febrero de 2012

Para subir… o para bajar

Como diría aquel autor universal: “esa es la cuestión”. Porque unas escaleras ¿sirven para subir o para bajar?

domingo, 5 de febrero de 2012

Felicitación en la basura

En la zona de la plaza del Corazón de Jesús de Elche podemos encontrar e incluso leer estas hermosas palabras dedicadas, suponemos sin lugar a dudas, a alguien especial.
Se trata, nada menos, de una bonita felicitación, tan típica como carente de originalidad e imaginación. ¿Será de cumpleaños? ¿Quizá de un aniversario de alguna otra fecha significativa? ¿Se referirá a algún logro reciente, tal vez un examen aprobado, la compra de un coche o la concesión de un préstamo?
En cualquier caso y aunque suele decirse que lo importante es la intención, qué mala idea elegir un contenedor de basura como lugar junto al que dejar un mensaje tan amable, escrito además con ese rojo pasión, una carita sonriente y feliz con una corona de tres picos y un corazón incluido.
En otra ocasión ya les traje una imagen parecida a ésta que hoy pueden observar, aunque recordarán que entonces era el propio contenedor el que servía de soporte para el amoroso mensaje.
Al final resultará que el amigo Aldous tendrá razón y será que, efectivamente, “tanto amor no cabe en ningún contenedor”.