martes, 15 de junio de 2010

¿Cuánto es tarde?

Dice el sabio refranero que nunca es tarde si la dicha es buena. Estoy de acuerdo.

¿Quién no ha llegado tarde alguna vez a una cita? Debo decirles que siempre he pensado más en serio que jocoso acerca de mí mismo que “siempre llego tarde, incluso cuando vienen a buscarme (...)”

Pero, ¿cuánto es tarde?

En toda cita opino que llegar quince minutos después de la hora señalada no supone llegar tarde, sino que es una oportunidad de plasmar o ver la cortesía de la persona que nos espera.

¿Dónde está el límite? ¿Cuánto podemos esperar o hacer que nos esperen?

Imaginen una primera cita con su novia o novio. Y piensen ahora que llegada la hora señalada, esa persona no aparece. Y los nervios le traicionan y decide volver a casa. Pero, ¿no llegó él o ella puntual, o fueron ustedes quiénes no esperaron el tiempo suficiente?

Si esperaron un día porque las circunstancias les impedían comunicarse, ¿por qué no dos días o diez, o un año? ¿Esperarían más tiempo? ¿Cinco, diez, veinte años? ¿Cuánto es mucho? ¿Cuánto es lo necesario? ¿Cuánto lo suficiente? ¿Cuánto es demasiado?

No se engañen. Aunque yo mismo me considero una persona paciente no sabría qué decir... ¿Será 42 la Respuesta Definitiva a El sentido de la vida, el universo y todo lo demás?

Los nervios a menudo nos juegan esas malas pasadas. Y la ropa que buscamos se esconde en el cajón; los semáforos se alinean contra nosotros, o se nos cruza un autobús que nos impide llegar a la hora acordada.

Si la vida son dos días significa que solo nos queda una noche para irnos de fiesta. Así que esperen o no, cuánto consideren, y si la cita era conmigo, no desesperen porque aunque vengan a buscarme, recuerden: llegaré tarde.

jueves, 10 de junio de 2010

No parece Navidad

No tengo hijos pero tampoco necesito tenerlos para comprender los chantajes que muchísimos niños imponen a sus padres, abuelos o tutores.

A diario veo en mi trabajo rabietas, pataletas y lloros de niños -y no tan niños- que cesan cuando consiguen lo que quieren: que sus padres dejen la conversación con ese extraño (o sea, yo) y les presten atención.

En general, más allá de la molestia y el incordio que siempre supone que interrumpan tu trabajo, lo que me transmite la situación es un claro chantaje que no entiendo por qué no ven tan evidentemente sus padres. No entiendo por qué terminan cediendo a cogerlos en brazos, si saben que justamente es lo que quieren.

Tampoco entiendo los niños "tocones" que alegremente te cambian los artículos de precio o estantería, y los padres les felicitan con un "Déjalo ahí, ya lo colocará el chico". Estaría bien que los trajesen educados de casa y con las manos en los bolsillos, por ejemplo.

Lo mejor de todo, sin duda, a estos comportamientos es la reacción de esos padres llenos de buena intención, pero tremendamente torpes, que intentan "contra-chantajear" a sus pequeños. Es decir, ofrecerles un chantaje a sus crías a cambio de que sean ellos quienes desistan... No se si me han entendido: imaginen un niño pataleando y boceando, como si le estuviese arrancando los dedos con unos alicates, con el propósito únicamente de que su padre o madre no hable con un desconocido y le lleve al parque a torturar, perdón, a perseguir a las palomas... Es como intentar timar a un timador, porque estos niños -aunque algunos apenas saben hablar-, son profesionales en su menester: lo llevan haciendo toda su vida... E imaginen entonces, que a ese padre o madre, se le ocurre ¡¡¡¡ofrecerle dinero para que se calle!!!!! ¿Ha sido una idea propia? ¿Lo han visto en la tele?

Estas situaciones las veo a menudo. Pero lo novedoso fue el contra-chantaje que le ofreció hace unos días una señora a su nieta. Bajábamos del autobús y la niña salió nerviosa casi corriendo. Debía tener unos 6 ó 7 años. El caso, es que cómo había ido todo el camino armando, la señora al ver cómo bajaba, coge y le dice:

"Pórtate bien o te quedas sin Papá Noel ni Reyes"

¿Qué chantaje representa decirle esto a un niño en junio? Esto es una amenaza a MUY largo plazo, sin ninguna repercusión en la mente de un niño.

Sin duda deberían hacer exámenes para poder tener descendientes y exigir un carnet o permiso para ser padre.