Es curioso cómo en el lugar menos pensado puede alguien dejar atado un candado.
Incluso en algunos puentes es una moda que obliga a los funcionarios públicos a equiparse de las cizallas correspondientes para limpiar periódicamente allí donde se concentran estas “cerraduras portátiles”. Para muestra, basta con escribir la palabra “candado” en vuestro buscador de internet más habitual.
¿Algún lector ha querido dejar encerrado su paso por alguna ciudad con uno de estos cierres?
La primera de las fotos que siguen pertenece a una argolla solitaria en una pared de Guadalest, con candado incluido, por supuesto, y las dos siguientes a las “cadenas colgantes” de unos camiones cerca de San Vicente del Raspeig.
Tengo debilidad por estos pequeños obsequios.
ResponderEliminarPor cierto, conoces Ponte Milvio? En aquel lugar el candado no es un cierre sino una promesa y un para siempre.
Justamente era uno de los puentes en los pensaba cuando escribí la entrada.
ResponderEliminarGracias por comentar!