lunes, 25 de julio de 2011

El botón que la falta al mando de mi tele

Se pone en boca del genial cómico y actor Julius Henry Marx, a quien reconocerán por su nombre artístico de Groucho, una no menos genial opinión acerca de la televisión:

Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro.

Yo no voy a hablar de programas basura ni a exaltar los documentales de La 2, pero quiero hablarles de la dejadez y falta de respeto que veo allí donde debería haber información de las distintas emisoras de televisión.

No me considero un teleadicto y por ello con más razón me desmotiva cada vez más no encontrar en la caja tonta información del programa que van a televisar o la película que proyectan. Incluso a veces observo cómo algo aparentemente tan sencillo como la hora de inicio de un programa no corresponde con la real. No entiendo que una cadena anuncie el comienzo de una emisión a una hora determinada y luego lo atrasen, o peor lo adelanten, 15 minutos o media hora o lo cambien o hagan lo que les venga en gana. No lo entiendo, ¿es para ganar audiencia y que uno permanezca delante del aparato hasta que se dignen empezar?

Peor si hablamos de los comentarios que hacen de las películas. Me resulta increíble que la persona o el equipo responsable no tenga ni idea de hacer una SINOPSIS o exposición breve de la idea básica (4 ó 5 líneas), en lugar de un RESUMEN de la película que van a televisar en el que no les importa revelar cómo termina.

Además, esto que les digo no es exclusivo de una única cadena, sino que es extensible a todas ellas. ¿Ya no contratan a periodistas o licenciados afines de Letras? ¿Será que ya no quedan porque todos hemos terminado en cadenas de comida rápida y supermercados? En serio que no lo entiendo.

De los anuncios a los dos minutos de empezar una película, o en el último minuto de la trama mejor ni hablamos, porque a mí lo que me gustaría es tener un botón en el mando a distancia que les diga lo que pienso, que no aguanto más tanto anuncio, y que ahí se quedan.

lunes, 4 de julio de 2011

Podemos recordarlo todo por usted

Con este título tan largo como poco comercial Philip K. Dick dio vida a los personajes que en 1990 Paul Verhoeven llevó al cine con Arnold Schwarzenegger, una joven y todavía desconocida Sharon Stone, y el eterno secundario pero siempre genial Michael Ironside. Se trata por supuesto de la película Desafío Total. La película consiguió tres nominaciones a los populares Oscars y obtuvo el de mejores efectos visuales.

Dick relata en unos escasos 23 folios (pdf) lo que podemos definir como la introducción de la versión cinematográfica porque el texto escrito apenas hace alusión aproximadamente a los primeros 30 minutos de la película.

El relato escrito es ante todo una historia breve; tan breve que debemos comenzar elogiando el buen trabajo de los guionistas de la película Dan O'Bannon, Gary Goldman y Ronald Shusett, porque en esta ocasión podemos afirmar sin exagerar que la obra visual es superior al relato original que plantea Dick, o al menos lo completa y desarrolla muy acertadamente. Elogio que a nadie debe extrañar, pues precisamente Shusett fue uno de los coguionistas originales del Alien de Ridley Scott.

Veamos algunas diferencias entre el relato escrito y la versión cinematográfica intentando no desvelar ningún elemento trascendental en ello.

Douglas Quail, un trabajador más de las oficinas de inmigración de Chicago, sigue una vida normal junto a su esposa Kristen. Douglas sueña constantemente con viajar a Marte, su gran deseo y lo que más anhela. Ante esos sueños, Kristen continuamente se ve obligada a ponerle los pies en la tierra y a recordarle que él es solo alguien corriente sin ninguna posibilidad de ir a Marte, destino solo posible para los altos funcionarios y personas de gran poder económico. Kristen trata además de desmitificar el lugar hablando de los inconvenientes de ir allí.

Ante la oposición de Kristen, Quail decide acudir a Rekol Incorporate, una empresa de implante de recuerdos, para disfrutar del recuerdo artificial de haber sido un agente secreto en una importante misión en Marte para salvar la Tierra.

Sin embargo, durante su estancia en Rekol se activan recuerdos borrados por alguna agencia del gobierno y Quail empieza entonces a confundir lo que cree recordar con lo que piensa que realmente ha ocurrido o vivido.

Se inicia así una persecución entre agentes de Interplan y el bueno de Quail, hasta que éste intenta llegar a un acuerdo con sus antiguos jefes para volver a su vida.

La historia de Dick termina más o menos ahí, con Quail haciendo lo posible por recuperar una vida normal aunque olvide otra vez su pasado.

Como ven la película tiene más sustancia, y precisamente allí por lo menos el personaje es más consecuente con sus valores y creencias, y no renuncia a ellos aunque esté en juego su vida. El trabajo de los guionistas es loable construyendo una historia que termina cerrándose sobre sí misma, y planteando un auténtico desafío a los espectadores para que cada uno concluya la historia como guste.

En la película nos encontramos con el viaje de Quail a Marte, (quien para la pantalla es rebautizado como Quaid), para intentar aclarar sus sueños después de la primera persecución y pelea tras su visita a Rekol. Asistimos a una trama en la que los primeros colonos a Marte son marginados al haber adquirido mutaciones y deformaciones importantes, y son sometidos a una fuerte opresión hasta el límite de tener que pagar por el aire que respiran; asistimos también al engaño continuo al espectador con personajes que se mueven hábilmente entre el bando de ese gobierno opresor y los pobres ciudadanos a los que apoya Quail.

Con todo este planteamiento Quail descubre en la película una conspiración en la que su propio sueño inicial tiene un importante papel, y termina por supuesto de una forma más o menos espectacular e inesperada con su triunfo y el de los colonos y mutantes, y la derrota del villano y sus secuaces.

El relato de Dick en esta ocasión es la excusa para el lucimiento de un Arnold Schwarzenegger que podía presumir de su mejor aspecto físico, rodeado para la ocasión de persecuciones, saltos y patadas, explosiones y disparos sin tregua. A su lado brillan la muy rubia Sharon en un papel poco convincente, y una muy atlética Rachel Ticotin también en excelente forma física. En cuanto a los villanos éstos están espectaculares en la piel del ya citado Ironside y Ronny Cox, a quien también recordarán como malo-malísimo de la primera parte de Robocop.

Para concluir, el relato y la película en esta ocasión se complementan perfectamente y debemos aplaudir a los dos por igual: al escritor por plantear el original y al director y guionistas por desarrollar la trama.