lunes, 27 de mayo de 2013

Perdido en la ciudad

Posiblemente se trataba de la primera vez que mi hermano gemelo y yo visitábamos la ciudad. Nada serio, por supuesto. Una vuelta a la manzana, tal vez acercarnos hasta el centro, mirar algún comercio y volver a nuestro armario. Nuestro hogar, un pequeño cuchitril de ocho pisos, con cuatro vecinos por planta, y un tremendo olor a pies, era literalmente un zapatero.

Aquella marcha era prácticamente nuestro primer paseo por la calle. Enormes edificios se alzaban ante nosotros, miles de desconocidos inundaban las aceras. Todo a nuestro alrededor era ruido, voces, bocinas, humos y luces cambiantes de color. Pies enormes a diestra y siniestra invadían las aceras por las que nos dirigíamos. Gigantescos calzados, unidos a pies no menos enormes, entroncaban en piernas interminables que concluían en humanos igualmente colosales.

El traqueteo de nuestra marcha a veces se interrumpía ante la inesperada intersección de avenidas perpendiculares al camino. Todo era nuevo, todo era desconocido para nosotros. Y entonces ocurrió. El mundo de pronto se detuvo con un enorme dolor de cabeza. Fue apenas un segundo pero vi como sobre mí pasaba una nube. Un edificio con ruedas que volaba raudo hacia el otro extremo de la calle. Miré a la derecha, miré luego a la izquierda, al lugar donde él debía acompañarme, y mi hermano ya no estaba. Mi hermano gemelo había desaparecido. Se había perdido entre los miles de transeúntes absortos en su caminar desordenado.

No sin un gran esfuerzo me subí a una pequeña tarima. Intenté gritar, llamar la atención de mi hermano… De nada sirvieron mis intentos de llamarlo y hacerle volver. Ya estaba demasiado lejos. Pero quizá cuando ella observe que me he perdido, repita el camino y me encuentre. Aquí la esperaré a ella y a mis pies, para volver a caminar junto a mi hermano gemelo.

2 comentarios:

  1. ¡Jo, cómo me ha gustado!

    Pero he de confesarte que en algún momento, mientras leía, temí que fuera a encontrarme la foto de un gatito atropellado y su hermanito esperando...mi lado trágico sale a menudo. De peque sufría porque cuando me llevaban de paseo por el muelle, siempre había botellas de plástico hundiéndose en el mar.

    Espero que ella haya vuelto y vuelvan a caminar juntos...¡que me da penita!

    ¡Poesía pura! Me ha encantado este relato, mucho.
    ¡saluditos!

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  2. Gracias Carlitos. La verdad es que fue ver el zapatito y hacerle una foto. Luego, al revisarla, el relato surgió solo.
    Me alegra que te haya gustado. Seguro que ella volvió y el zapatito ya se recupera del susto en el zapatero.
    Saludos!

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