miércoles, 4 de mayo de 2011

La caja de los cables

Para encontrar algo que hemos perdido, lo mejor siempre es regresar al lugar donde lo vimos por última vez. Después de revolver los cajones, y volver una y otra vez al lugar donde creemos guardar habitualmente aquello que hoy no encontramos, por fin a la enésima ocasión nos convenceremos que allí efectivamente no está lo que andamos buscando.

Igualmente ya no recuerdo quién me dijo hace algunos meses que había perdido su cargador de móvil. Entonces me pareció tan increíble como inverosímil.

Pero ahora me ha ocurrido a mí... Cargué la batería del móvil hace una semana y al volver a necesitar el cargador estos días no había forma de dar con él. No estaba en los cajones de la habitación, en los cajones de la otra habitación, en el armario... ni siquiera estaba en la caja de los cables.

La caja de los cables... Al nombrarla me viene a la mente la imagen de la Bruja Avería, con su cabeza llena de enchufes y alambres de colores, junto a los Electroduendes y todos los demás personajes de aquel programa de televisión, que por cierto era el único que millones de niños veíamos porque entonces no teníamos más canales.

En esa caja de cartón, por supuesto reciclado, se mezclan el cargador del mp3, de la cámara de fotos, de un móvil que no uso desde hace unos 2 años, el de otro mp3 que perdí hace uno, el del portátil, el del ebook, el de la consola, varios cables usb de todos estos aparatos, varios auriculares, cables de audio y video... Todos los cables necesarios para vivir sin duda “enganchado y conectado”. Todos los cables y cargadores excepto el que me hacía falta.

Finalmente opté por regresar al teléfono antiguo, guardado en la otra caja, la de chismes y cachivaches que ya no uso, junto a su cargador correspondiente. Por lo menos así puedo continuar conectado al mundo. Y con ello sé que, ahora que ya no lo busco, el cargador que necesitaba aparecerá en cualquier momento.

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