Un pequeño paseo de domingo por la vecina población de Altea nos permitió añadir varias docenas de instantáneas a nuestra fototeca personal.
Una de las más curiosas fue sin duda este juego de dobles parejas de ventanas cerradas, nunca mejor dicho, a cal y canto. El aire acondicionado se entiende que estaba encendido, porque la hora, el lugar y el calor invitaban a una siesta vespertina. Las vistas, a tomar fotos sin parar.
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