miércoles, 1 de junio de 2011

Más allá del superlativo

Bueno, mejor, óptimo... ¿qué hay después?

Desde 1992 los fabricantes de electrodomésticos están obligados a fijar para el mercado europeo una clasificación energética en los principales aparatos que consumen electricidad en casa: nevera, horno, lavadora y lavavajillas, secadora y aire acondicionado.

Con ello la Unión Europea pretende ayudarnos a distinguir estos electrodomésticos según su eficiencia energética, es decir la relación del consumo de electricidad* atendiendo a su rendimiento, y que los usuarios tengamos más información sobre lo que gastarán a la hora de comprar uno.

Desde entonces siguiendo las directivas comunitarias todos estos aparatos llevan unas pegatinas con letras y colores que los clasifican siguiendo el orden inverso del abecedario desde la A hasta la G. Es inverso porque el sistema se basa en el de puntuación anglosajón, por lo que los aparatos del grupo G son los menos eficientes, (los que más consumen), mientras que los A son los más eficientes energéticamente, o sea, los más ahorradores y los que menos electricidad necesitan.

Durante muchos años el sistema ha funcionado bien. Sin embargo, la ironía de esta clasificación es que no tuvieron en cuenta que el límite positivo era la A y no se pensó que se pudiese mejorar más allá de ese estándar. Es decir, que alcanzada esta puntuación no se consideraba que pudiesen superarla: consumir todavía menos de lo que exigía la clase A, porque: ¿qué hay después o más allá de lo mejor, de lo óptimo?

No hubo problemas mientras los aparatos de dicho grupo fueron una minoría y además resultaban demasiado caros y poco asequibles para la mayoría de usuarios. Sin embargo el desarrollo de nuevos materiales, la aplicación de superconductores y la entrada en el mercado de consumo de la tecnología espacial, con sus piezas más pequeñas y materiales más ligeros, unido a una mayor demanda promovida por subvenciones estatales y un espíritu más ecológico y responsable, han hecho posible una bajada de los precios y que buena parte de muchos de esos aparatos se cataloguen como clase A.

Igualmente, como los estándares de eficiencia de hoy rebasan con creces las expectativas de lo que se esperaba hace 20 años, y como una gran mayoría de electrodomésticos ya son clase A, se hace necesario ordenarlos dentro de su mismo grupo, porque ni los actuales clase A son iguales a los primeros que se hicieron, ni su rendimiento es igual entre ellos, habiendo algunos que todavía consumen mucho menos que otros.

Para ello se ha optado por añadir un símbolo "+". Así vemos neveras "A+", superadas por las "A++", superadas a su vez por las "A+++". De esta forma se intenta proveer de más posibilidades de sucesión o progreso a una lista que se agotó al seguir una clasificación inversa, es decir con límite.

Algo parecido veo que ocurre con algunos productos de limpieza, o higiene, especialmente geles y jabones, desodorantes y pastas dentríficas o de detergentes. ¿No prevén los publicistas y responsables de mercado que cuando sacan un lavavajillas que anuncian como "el mejor", o "definitivo" anulan la posibilidad de mejorarlo en la siguiente campaña con un producto nuevo? Lo mismo sucede si añaden calificativos del tipo "limpieza profesional", "blanco total", "único o verdadero" o adjetivos que nos pueden hacer preguntarnos: ¿el que me estaban vendiendo hasta ahora no lo era: no era el mejor, el que más limpieza, frescor o desinfección ofrecía del mercado?

Visto lo visto alguien debería darse cuenta de lo negativo que es usar escalas de clasificación inversas con un límite que no puede superarse. Así ocurre con el orden alfabético, con los propios números -si asumimos que el 1 es el mejor-, o incluso por colores (porque nada hay más blanco que el blanco...)

Seguro que los anuncios no son tan bonitos si quitamos la palabra "mejor", pero el uso de apelativos que en efecto son imposibles de superar por la competencia, también representan un punto muy dificil de mejorar para colocar el siguiente producto de la propia marca.

Para más información acerca de la clasificación energética de los aparatos eléctricos no dejen de visitar la página del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.

*Observen que la clasificación y el etiquetado hacen referencia solo al consumo eléctrico, y no a la eficiencia combinada del uso de energía y agua en aquellos aparatos de requieren de estos dos elementos para funcionar (lavadora, lavavajillas). Personalmente es algo que me sorprende.

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