lunes, 22 de noviembre de 2010

IIIª Parte. El vestido rojo, 4

Los vecinos no tardaron en asomarse a la escalera para ver qué había ocurrido. Don Tomás, el señor del tercero B, salió con su cámara de video. Su mujer me preparó una tila mientras intentaba taparme un poco con una toalla de playa. Creo que le preocupaba más cómo iba vestida yo que ver a Andrés tirado al final de las escaleras. Me felicitó por haberle empujado y me dijo que seguro que se lo merecía. Tuve que decirle que la toalla no era necesaria y que me dejase en paz. No me hizo caso. Creo que estaba sorda.

Enseguida llegó la tele y casi al mismo tiempo la policía y una ambulancia. Salieron los camilleros mientras la policía acordonaba la zona. Todos eran muy amables conmigo. Uno de los policías me dijo que le acompañase para hacerme algunas preguntas.

Paso un buen rato. Quizá una hora. Estaba con un policía dentro de una furgoneta cuando vi que llegaba Pati. Verla viva no me asombró ni me molestó más que comprobar cómo otra vez había cogido mis deportivas. Andaba rápido cogida del brazo de Jorge. Podía ver claramente que estaba nerviosa, tal vez preocupada. Los dos estaban sorprendidos por todo lo que se había montado allí. La policía les dejó pasar. Pati les había dicho que éramos familia. Nada más oír eso me recordó cuánto la odiaba. Llegaron hasta donde yo estaba y Pati cogió mi mano. Me preguntó si estaba bien. Le contesté que sí.

-¿Y vosotros dos?- le dije a Pati extendiendo mi duda por su brazo hasta el abrazo de Jorge.

-Juanito acababa de llamarme y me ha dicho que algo pasaba en tu piso. Me ha dicho que había venido la policía y una ambulancia – dijo él.

-¿Qué ha pasado, prima? ¿Tú estás bien? - insitió Pati.

Sentí ganas de lanzarme sobre su cuello y arrastrarla de los pelos hasta la puerta del apartamento, en el segundo piso, solo para empujarla y dejarla caer como había hecho con Andrés. No sé por qué no lo hice, porque en aquel momento me parecía una idea excelente. Cerré los ojos y traté de concentrarme en lo ocurrido en las últimas horas. Respiré profundo y le contesté:

-Yo estoy bien, Pati. Andrés se ha caído por las escaleras. ¿Cómo es que vosotros dos vais juntos? - le dije a Jorge-

-Hay que probarlo todo en esta vida -contestó él burlón-

La miré a ella y vi cómo no podía ocultar una risita boba. Consideré en ese momento que arrastrarla a ella sola hasta el segundo piso no era suficiente, y que tendría que hacer otro viaje para cargar con Jorge también y empujar a ambos por las escaleras. Aquello sin duda era lo más acertado, aunque había un problema: uno de ellos caería sobre el otro amortiguando así el golpe y la caída... Pensé que sería mejor pedirle una pistola a alguno de los policías que allí había.

El policía amable me dijo que teníamos que irnos. Era guapo. Miré su manos y no vi que llevase anillos. Quizá era soltero. Subimos al coche y nos alejamos del apartamento. Por la ventanilla pude ver cómo Pati abrazaba a Jorge. Se besaron mientras las luces de colores simulaban fuegos artificiales.

Definitivamente el próximo verano no la dejaría venir para pasar las vacaciones conmigo en mi apartamento.

FIN de la III PARTE

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