martes, 2 de noviembre de 2010

IIIª Parte. El vestido rojo, 1

Por fin es día 31. Por fin es final de mes. Hoy terminan las vacaciones de la prima Pati, y además coincide con la fiesta de fin de verano que organiza Jorge. Le he dicho a Pati que podíamos pasar la noche en las calas y me ha dicho que no. No la aguanto. Menos mal que hoy se marcha. La muy cursi se ha pasado los quince días tomando el sol como una tostada. Apenas hemos ido cuatro días al centro comercial, las dos juntas de compras, y encima terminó cogiendo la misma ropa que yo. No la aguanto. Espero que no vuelva el verano que viene.

¿Y Andrés? ¿No se da cuenta? Él no la hace ni caso, y ella siempre anda detrás de él. No se quién de los dos es más penoso. Les odio a los dos. A veces creo que los encerraría juntos y los mataría a los dos. Les cogería y, y... Me faltan las palabras... Pero...

Vale, es mentira. No los mataría. No a los dos. Solo a ella. A él, a él... A él le he querido desde el primer día que le vi. Sus ojos, su pelo, sus brazos fuertes, sus camisas siempre medio abiertas... Ese rizo muy de los 80 que le baila sobre la ceja izquierda, su voz, su sonrisa...

He contratado todas las promociones estúpidas que ofrece el mini-banco donde trabaja. Constantemente froto las tarjetas de crédito con el móvil para poder pedirle que me haga una nueva. Incluso he llegado a atascar el cajero para que tenga que salir a ayudarme... Siempre hago que me atienda él, y él no se da ni cuenta. Siempre me pregunta por Pati: “¿Y tu prima? ¿Y Pati? Solo faltan 8 meses para que vuelva... Solo faltan 6 meses... Solo faltan 2 meses...” Le odio, le..., le...

No es verdad. Le quiero. Y no se dan cuenta ni él ni la estúpida de mi prima. No se cómo se me ocurrió presentarlos. Ojalá no lo hubiese hecho. Ojalá mi prima no hubiese venido nunca a verme ni a pasar aquí sus vacaciones. Ojalá... Da igual. Ya no me importa.

Eran las 12 y casi había conseguido que Pati llegase tarde a su cita. Yo estaba terminando de vestirme para quedar con los chicos de la cala y ella se dio cuenta de cómo me quedaba el vestido rojo, el mío. Vio cómo iba yo y decidió ponerse el mismo vestido. Esta chica nunca tuvo mucha personalidad... Es increíble que seamos familia.

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