lunes, 9 de abril de 2012

La máquina del tiempo

La máquina del tiempo fue la primera novela de Herbert George Wells (1866-1946). Se publicó en 1895 y hasta hoy ha conocido casi media docena de adaptaciones cinematográficas. La última de ellas llegó a las pantallas en 2002 de manos de su propio bisnieto, Simon Wells.

Tratándose de una novela tan conocida yo esperaba que fuese una obra grande en volumen, en número de páginas, pero no es así, porque La máquina del tiempo es ciertamente un relato breve. Esta novela nos presenta a un narrador anónimo que pronto deja paso a otro personaje, que será el que nos cuente la historia. Efectivamente es una historia dentro de otra historia. Este personaje, también anónimo, es conocido simplemente como “el viajero del tiempo”, y será el protagonista casi único de todo el relato. La acción se narra en primera persona.

El viajero del tiempo es un inventor, un caballero inglés del siglo XIX, que logra construir un vehículo con el que moverse a través de la cuarta dimensión: el tiempo. Así, tras una pequeña demostración ante un grupo de distinguidos invitados que se muestran excépticos, (entre ellos un psicólogo, un político, un médico y el propio narrador; luego el director de un diario, y un periodista), inicia un relato de ocho días en el futuro desde el año 802.701 hasta más allá de los treinta millones de años.

En su aventura el viajero conoce a Weena, una criatura asexual del mundo futuro como el resto de los Eloi; y a los Morlocks, otros extraños seres de difícil clasificación. Además se enfrentará al reto de recuperar su máquina del tiempo para no quedar atrapado en ese mundo futuro.

Esta temprana novela de ciencia ficción sirve a Wells para exponer sus ideas en consonancia con las entonces recientes publicaciones de los evolucionistas Grant Allen y el propio Darwin, con un marcado tono moralista, no exento de alabanzas a los logros y modernidad alcanzados en el siglo XIX. Wells además hace mención a la lucha de clases y a la separación entre una clases obrera y una clase burguesa, por supuesto privilegiada, sin ocultar en ello sus críticas al comunismo.

El final, que por supuesto no le voy a desvelar, tendrán que leerlo ustedes mismos. Pero tengan la certeza que no se parece a ninguna de las versiones que hayan podido ver en la pantalla.

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