En cualquier lado podemos encontrar el mensaje de un grafitero, no siendo una excepción el autobús urbano. Allí, como en cualquier otro lugar podemos leer, a veces casi descifrar, declaraciones y otros mensajes, en general carentes de cualquier sutileza, adornando paredes, cristales y los propios asientos de dicho transporte.
Lo que quizá no es tan habitual es coger in fraganti al autor de uno de estos mensajes, y menos aún descubrir que no se trata de un adolescente...
Precisamente esta misma semana coincidí con este señor, al quien no le importó encontrarse sentando a un escaso medio metro del conductor para dejar su firma justo detrás de aquel.
Como tantas veces: ver para creer...
Je, je!
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