“No es que me caiga mal, es que la mataría”
Llevo tiempo dándole vueltas a esta confesión. La escuché en el bus hace semanas, y desde entonces mi mente vuelve a ella de vez en cuando. En cada ocasión que la recuerdo la sensación que me asalta alterna entre la risa y el desconcierto.
A veces es imposible abstraerse de la charla ajena, y las palabras de alguien se cuelan en nuestros oídos. No se trata de indiscreción ni curiosidad, ¡válgame!, es lo que ocurre cuando dos personas hablan en un autobús en silencio: se entera todo el pasaje de los detalles de la conversación. Y eso mismo fue lo que ocurrió con la frasecilla que hoy traigo al blog para la sonrisa de los lectores. En este caso eran dos chicas hablaban de una conocida común, y una de ellas le explicaba a la otra que prefería que no se uniese a ellas en su salida el fin de semana, porque no tenían muchos puntos en común...
¿Habéis sido testigos de alguna charla intrascendente de este tipo?
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